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domingo, 11 de agosto de 2013

DE KAIJUS Y JAEGERS


Kaiju – Monstruos surgidos de un portal interdimensional del fondo del Pacífico.
Jaeger – Gigantescas máquinas con forma humana guiada por dos pilotos.


Con esas dos breves definiciones y la trepidante secuencia prólogo previa al título de la película, al mismo tiempo informativa y poseedora del ritmo y el tono que después será extensivo a todo el metraje, arranca Pacific Rim, la última obra dirigida por el mexicano Guillermo del Toro, un director que como comentaba el otro día se suele mover entre proyectos abiertamente comerciales, destinados al gran público, y otros más intimistas que le han reportado más distinciones artísticas en festivales de cine.



Aquí se apuesta por el cine comercial, de una envergadura similar a los monstruos y máquinas que protagonizan la película, destinada a romper las taquillas de medio mundo, si bien en Estados Unidos no ha terminado de funcionar tan bien a nivel de taquilla como en otros países del mercado cinematográfico. Pero no nos engañemos. Esta película no lleva implícito el tono peyorativo asociado de manera inevitable a todo lo comercial. Es cine comercial, sí, pero del bueno. Del muy bueno. Guillermo del Toro se toma el tiempo necesario para caracterizar a los personajes, haciendo que nos importen, y, sobre todo, construye el top badass character de la función, Stacker Pentecost, interpretado por Idris Elba, como personaje más visible y memorable en la película.


Después podemos disfrutar de detalles deliciosos, marca de la casa, como ese mercado negro capitaneado por sospechosos habituales del cine de Guillermo del Toro como Ron Perlman o Santiago Segura. Y es que hasta el más pequeño de los personajes tiene algún detalle para que lo recordemos, y eso, entre otras cosas, hace que la película funcione.

En el apartado musical, Ramin Djawadi se marca un potente tema principal, rítmico y heroico, que resalta el tono cool que emana de la película, y acompaña las lapidarias frases de Stacker Pentecost, las preguntas que se responden con imágenes o los vibrantes momentos de acción.

En definitiva, una sorpresa positiva. Se agradece que cuando sea cuente una historia, sea la que sea, se haga con la claridad y brillantez visual que aquí exhibe Guillermo del Toro, que poco a poco va engordando su legado cinematográfico, del que, estoy seguro, aún nos queda su mejor película por llegar (¿tal vez At the Mountains of Madness?), esa que hará que artísticamente quede equiparado en tamaño a sus adorados Kaijus y Jaegers.



©José Luis Ordóñez (texto), agosto 2013

viernes, 9 de agosto de 2013

PACIFIC RIM


Hoy es el día de comprobar si Guillermo del Toro, con su sapiencia y habilidad cinematográfica, es capaz de dar todo lo que promete en esta película de monstruos llamada Pacific Rim. Y es particularmente interesante por ser el primer proyecto que realiza después de su frustrada participación en The Hobbit, donde, aunque quedó acreditado como guionista, los continuos retrasos en el inicio del rodaje hicieron que se tambaleara lo suficiente la silla de director como para que él tuviera que salir y, así, Peter Jackson recuperar el trono de la Tierra Media. 




Después de alternar producciones abiertamente comerciales, y otras ciertamente intimistas que se balanceaban con acierto en un frágil equilibrio, el director mexicano parece aquí decidido a apostar por el puro entretenimiento de calidad, con personajes interesantes y, atención, un mareante presupuesto de dimensiones monstruosas.