Hay
películas que no acaban de funcionar aunque parecen tener todos los elementos
para ello: a veces puede ser una cuestión de guion, de montaje o, incluso, de
duración. Todo esto parece suceder en "Aquellos que desean mi
muerte", nueva película de Taylor Sheridan: la historia se hubiera
beneficiado de una extensión mayor (quizá una miniserie para HBO), y así, por
ejemplo, desarrollar personajes que apenas aparecen apuntados, como esos dos
asesinos que encarnan Aidan Gillen y Nicholas Hault; el montaje en la primera
parte de la película es apresurado, donde se suceden las acciones de manera
demasiado evidente y previsible; y el guion carece de sutilidad, no permite que
las potentes imágenes de los paisajes naturales (tan características del cine
de Sheridan) hablen por sí mismas. Del resto de secundarios, salvo alguna
excepción, indicar que pasan por el metraje sin tiempo de aportar otra cosa que
no sea mera funcionalidad. Angelina Jolie cumple como protagonista de una
película fallida, sí, pero muy interesante de ver, de analizar, con alguna
secuencia magnífica, como el asalto de los dos asesinos a la casa de la pareja
que forman Medina Senghore y Jon Bernthal. Taylor Sheridan es autor de guiones
estupendos ("Comanchería", "Sicario") y ha dirigido
películas magníficas ("Wind River"), donde la naturaleza cobra
siempre protagonismo, una naturaleza que no tiene piedad con buenos ni malos,
purificadora pero implacable. En algún lugar de "Aquellos que desean mi
muerte" había una gran película que, intuyo, ha quedado oculta por el humo
y las llamas de algún fuego creativo y/o de producción también implacable.
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martes, 11 de mayo de 2021
Those who wish me dead (Taylor Sheridan, 2021)
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miércoles, 23 de mayo de 2018
Películas magníficas desterradas de las salas de CINE
Es evidente que los modelos están cambiando, así como las costumbres de consumir material audiovisual. Aun así, es doloroso comprobar que tres de las películas más interesantes de los últimos tiempos no han podido disfrutarse en las salas comerciales.
El primer largometraje escrito y dirigido por S. Craig Zahler, el estupendo wéstern Bone Tomahawk (USA, 2015), ya tuvo un estreno, podríamos decir, técnico: en muy pocas salas y sin capacidad de generar el éxito comercial que se merecía. Ahora, con su segunda película, Brawl in Cell Block 99 (USA, 2017), ni siquiera ha tenido eso y ha pasado directamente a alquiler y edición en Blu-Ray. Lástima. Porque es una película magnífica, brutal (en todos los sentidos) y con una asombrosa capacidad para atrapar al espectador a través de sus personajes. La escena de arranque, donde el protagonista (un estupendo Vince Vaughn) pierde su empleo y su mujer (recuperamos a Jennifer Carpenter, una actriz con un rostro y físico plenamente cinematográficos) le confiesa que tiene una aventura, es ya toda una declaración de intenciones, una muestra visual que define a la perfección quién es nuestro (anti) héroe, un tipo fuerte y violento pero, como vemos, también capaz de canalizar esa violencia. A lo largo de la trama, un descenso a los infiernos aterrador y asfixiante, tienen su pequeño momento de gloria Udo Kier y Don Johnson, que, como todo el cast, han sido elegidos a la perfección. Es fácil suponer por qué no se ha estrenado esta película: la violencia explícita del último tramo no parece compatible con las generaciones de vengadores marvel que ocupan las multisalas ni con los sesudos admiradores de cine independiente. Sin embargo, esta es una obra que perdura, que llega, impacta (también por la violencia explícita y el humor negro) y, en algún momento, hasta duele.
Aniquilación (UK, 2018) es el segundo trabajo dirigido (también escribe el guion, basado en la novela de Jeff VanderMeer) por Alex Garland tras la estupenda Ex Machina (UK, 2015) y, de nuevo, ofrece una muestra de ciencia ficción inteligente, que hace pensar al espectador y le invita a unir e interpretar la información para extraer sus propias conclusiones. Una obra con sólida presencia femenina en el cast, donde destacan Natalie Portman y Jennifer Jason Leigh, que inquieta y seduce, y donde es difícil aventurarse a comentar sus tramos más importantes sin entrar en el temido terreno de los spoilers. En cualquier caso, uno no duda en afirmar que el efecto hipnótico de Aniquilación (y su poco esperanzador mensaje sobre la especie humana) se hubiera multiplicado al proyectarse en una gran pantalla de cine.
Tanto S. Craig Zahler como Alex Garland venían de dirigir dos estupendas óperas primas, mientras que en Wind River (USA, 2017), la tercera película desterrada de salas de cine que tratamos en este breve texto, su director y guionista Taylor Sheridan llegaba de escribir dos largometrajes extraordinarios: Sicario (USA, 2015), de Denis Villeneuve, y Comanchería (USA, 2016), de David Mackenzie, para enfrentarse ahora, después de un debut olvidado en la dirección con Vile (USA, 2011), a la prueba de fuego de ver si su dirección mantenía el alto nivel ofrecido en sus recientes guiones. Y hay que decir que supera el reto con nota. Con diferentes premios y menciones a mejor director en la temporada de premios, Wind River (escrita también por él mismo) es una película sólida, potente, con un cierto estilo clásico y un reparto encabezado de manera solvente por Jeremy Renner y Elizabeth Olsen, aquí mucho más interesantes que en sus intervenciones en las películas de la Marvel. Además, y sin adentrarnos en el argumento ni en la resolución de la historia, hay que decir que esta película contiene, sin duda, el mejor flashback de los últimos tiempos: por cómo se ejecuta la escena, por cómo se ubica en la historia y por la elección de los actores, uno de ellos en particular.
¿A qué reflexión nos lleva esto? A que el estreno en salas ya no determina la calidad de las películas. Hay grandes obras cinematográficas que nos vamos a ver forzados a disfrutar por otros medios, ya sea en canales de televisión, plataformas como Netflix o en formato físico. El lado bueno de todo esto es que demuestra que aún se hace un cine adulto, reflexivo e irreverente. Les recomiendo estos tres largometrajes y que, al menos, los disfruten como los disfrutarían en una sala de cine: a oscuras y sin interrupciones hasta el último plano. Buen viaje.
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