miércoles, 7 de agosto de 2013

LECTURAS MACABRAS (II)


Coincidiendo con mi visita a Estados Unidos durante el comienzo de este verano, he tenido ocasión de adquirir varios libros (aún en papel), en su mayoría inéditos en España. Hoy es un buen día para comentar dos de ellos.



Para empezar podemos dejar escapar ya unas breves palabras sobre Afterlife, el relato breve publicado en Tin House Magazine con el que Stephen King calienta motores antes del desembarco de su (imagino) mastodóntica novela Dr. Sleep, secuela largamente anunciada de El Resplandor. Pero volvamos a Afterlife, donde  nos plantea una historia que arranca con la muerte de su personaje principal y posterior llegada a una especie de oficina post mortem donde un señor con pinta de funcionario aplicado le ofrece dos opciones: si nuestro protagonista sale por una de las puertas volverá a tener, exactamente, la misma vida que acaba de finalizar, mientras que si sale por la otra, se esfumará. Salpicada con cierto humor de la casa y no exenta de una cierta crítica social, el relato es un artilugio juguetón que le permite a King recorrer espacios que le son muy familiares hasta desembarcar en un final irónico que no deja de tener un poso de amargura (o, quizá, es que ese es el humor que es capaz de ofrecernos).


Por otro lado, durante mi estancia en L.A. falleció el gran escritor Richard Matheson, al que conocemos especialmente por Soy Leyenda, Hell House, Duel o El increíble hombre menguante, todo un referente en el ámbito del terror y el fantástico, así que decidí acercarme a la librería más cercana para husmear entre las estanterías de libros y buscar alguna obra suya que aún no hubiese leído. Y allí, en el espacio dedicado al género del western (del western, sí) tuve ocasión de encontrar Shadow on the sun, una novela escrita en los 90 por el señor Matheson, donde hace de nuevo gala de su modélico estilo, trasladando el misterio y el terror al salvaje oeste, en el que un misterioso personaje va dejando la muerte a su paso, provocando que el recién firmado acuerdo entre Apaches y el gobierno de los Estados Unidos se tambalee.

Después de leer relatos y novelas que presumen y se jactan de romper reglas, de la necesidad de experimentar nuevas vías narrativas (que, de acuerdo, puede ser interesante, y es desde luego una forma para no anclarnos al pasado), es un auténtico placer disfrutar con la habilidad de Richard Matheson para, precisamente, contarnos una historia al estilo tradicional. Tanto el relato de King como la novela de Matheson son obras que uno lee con una sonrisa en el rostro, consciente de que no son historias de grandes ambiciones artísticas (sea lo que sea que eso signifique), sino producto del aplicado esfuerzo de narradores talentosos que dedican su tiempo y habilidad al a veces olvidado (y despreciado) arte de saber contar una historia con un principio, un desarrollo y un final.

Shadow on the sun. En fin, quién me iba a decir a mí que a estas alturas iba a leer mi primer western. Sólo se me ocurre decir una o cosa: "Gracias, Mr. Matheson. Por esta novela y por todas las demás que ha escrito". Y por sus relatos, claro, como The Distributor, una auténtica obra maestra de lo perverso.


Sólo espero que si Matheson llega a la oficina post mortem descrita por Stephen King, elija la primera opción. No acierto a imaginar el sumo placer que debe entrañar volver a escribir todas esas novelas de nuevo, pero debe ser maravilloso.

Como que un western literario me fascine en pleno siglo XXI.



©José Luis Ordóñez (texto), agosto 2013

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