viernes, 16 de noviembre de 2012

Prólogo (ayudado por Bradbury y Springsteen)


 Ayer estuvimos participando en la presentación de un nuevo libro, la antología “Contando se entiende la gente”, una selección de relatos correspondientes al curso de Escritura Creativa de Arteaula 2011-2012, que me ha correspondido coordinar. Aquí dejo el prólogo que escribí durante el pasado verano y que ahora sirve para presentarlo.



PRÓLOGO

Si me pidiesen que nombrara los elementos más importantes del carácter de un autor, aquello que da forma a su material y lo impele hacia donde quiere ir, sólo podría advertirle que pusiera atención a su garra, que se fijara en su entusiasmo.

Ray BRADBURY
Zen en el arte de escribir



Contando se entiende la gente, desde luego, eso es innegable… pero también disfruta. No hay nada como escuchar una historia ocurrente y original en la barra de un bar, o que un amigo te narre algo anecdótico que a él le parece extraordinario, o quizá que un desconocido te transmita algo inusual que le ha sucedido. Las historias, en definitiva, nos enriquecen, nos hacen aprender, estimulan nuestro apetito por la ficción y avivan el fuego de nuestra a menudo oxidada imaginación, provocando que, en ocasiones, deseemos saltar de la posición de oyentes (o lectores) a intentar ser nosotros los que ideemos esas historias que llegarán a otros.
     En este volumen que ahora tiene en sus manos se abren ante usted las obras de una serie de autores que comparten su particular visión del mundo: relatos de diferente estilo y calado (como no podía ser de otra manera), con preocupaciones diversas, pero siempre con la sana intención de interesar al lector, de hacerle entender lo que se está contando en cada momento, y todo ello realizado con algo que es fundamental en esta o en cualquier otra actividad de la vida: dotando de pasión su trabajo como escritores, elaborando personajes atractivos e historias que enganchen, y utilizando cada uno su bagaje personal (no necesariamente autobiográfico) para enriquecer estas tramas de ficción que sólo ellos pueden contar.
     Por otro lado, al enfrentarse a las técnicas y los mecanismos útiles para construir esta madeja de historias, uno puede moverse entre manuales más o menos interesantes, clásicos imperecederos o consejos de autores consagrados. Asumiendo que el ideal es una combinación equilibrada de estas tres fuentes, siempre he preferido inclinarme por la última opción. Quizá porque sabes que no son dogmas de fe, que probablemente lo que les funcionó a ellos puede no funcionarle a uno… pero también que sí podría hacerlo. Si además se ha disfrutado con la obra de alguno de estos escritores todo parece formar una extraña pero atractiva combinación que te hace creer.
Y creer, como ya se sabe, es parte del camino.
     Uno de estos escritores es Ray Bradbury, inolvidable creador de clásicos como Fahrenheit 451, Crónicas Marcianas o El País de Octubre. El autor norteamericano hablaba siempre de la persistencia como uno de los factores determinantes a la hora de conseguir ser un escritor, y ello queda reflejado en alguno de los ensayos que escribió al respecto, donde se puede admirar el entusiasmo que pone cuando habla de la escritura, de sus autores favoritos, de cómo el acto de crear historias es capaz de hacernos llegar a mundos apasionantes. Y eso nos conduce a que la actividad de escribir lleva consigo adherida, inevitablemente, la actividad de leer… pero de leer con voracidad, con mirada crítica, siempre atento a comprender el espíritu de la obra, a detectar intenciones subyacentes, a percibir ese mecanismo mágico que nos hipnotiza y nos hace viajar sin necesidad de movernos de nuestro salón.
     Hace poco Ray Bradbury se despidió de nosotros para realizar el viaje más fantástico de su vida, y eso creo que nos dejó un poco tristes, no sólo a todos los que amamos la literatura, sino a los que amamos la pasión en la literatura. Pero levantemos el ánimo porque, como decía Bruce Springsteen en su reciente gira española (al tiempo que en las pantallas gigantes de los conciertos aparecían imágenes de Clarece Clemons, el saxofonista de la E-Street Band que falleció el año pasado): “Si nosotros estamos (haciendo referencia a la propia Banda y al público asistente), ellos están”.
     Así pues, con esta reconfortante visión de ese otro poeta de las letras y la música que es el ya legendario Boss, sabemos que mientras nosotros estemos aquí, Bradbury y todos los grandes escritores del pasado también estarán. Ellos viven en nosotros y eso nos hace mejores. Y con ellos, y con esta nueva hornada de creadores que surgen, le invito ahora a sumergirse en Contando se entiende la gente, un libro con historias diferentes, de unos autores que sienten la necesidad de comunicarse con el exterior, de ser leídos y demostrar que bajo las letras que forman sus obras subyace la energía de los que atesoran pasión por la ficción, el mejor mundo de todos los posibles.




©José Luis Ordóñez (texto), noviembre 2012