viernes, 2 de agosto de 2013

ANTES DEL ANOCHECER: UN PEQUEÑO MILAGRO


Y si ayer hablábamos de Guerra Mundial Z, sus defectos y sus virtudes, hoy no puedo resistirme a hablar de un pequeño milagro que se estrenó hace semanas en nuestras pantallas. Que a día de hoy, con las multisalas inundadas de películas comerciales (como la mencionada en la primera línea de este texto, por ejemplo), unas buenas y otras malas, con películas de relleno, comedias absurdas y demás especímenes… que con todo eso pueda verse en cines una película como Antes del anochecer constituye un hecho que, sin duda, merece la pena reseñar.




Lo maravilloso de Antes del anochecer es su perfecta comunión entre la palabra —ese delicioso guión compuesto a seis manos— y  actores, provocando una maravillosa realidad que nos hace olvidar durante hora y media que estamos asistiendo a la proyección de una obra de ficción. Jesse y Celine, los personajes que interpretan con brillante naturalidad Ethan Hawke y Julie Delpy, se convierte así en personajes reales, a los que sentimos respirar tras la pantalla blanca, haciéndonos partícipes de sus alegrías y sus problemas. Richard Linkater, el director y co-guionista, ha dado un paso más en ese retrato del amor que ha venido construyendo durante los últimos veinte años, y lo ha hecho haciendo que sus personajes evolucionen de una manera radical desde aquella primera vez que los vimos en un tren llegando a Viena, ubicándolos en una situación nueva para ellos (y para nosotros, como espectadores privilegiados de su existencia). Aquí los personajes buscan mantener ese estado de felicidad inicial (pero fugaz, todo hay que decirlo) de las dos primeras películas, a pesar de los elementos que ahora sí vemos agruparse en su contra, como la posible monotonía en su relación, los celos, hijos, inevitables rencores y demás elementos empeñados en socavar lo que hasta el momento era una hermosa historia de amor.

En un mundo donde Francis Ford Coppola, Brian De Palma, William Friedkin o el mismo Woody Allen tienen problemas para estrenar sus películas en Estados Unidos (y no digamos fuera), que aquí aún tengamos el privilegio de ver este tipo de película estrenada en pantalla grande es motivo de alegría para todos los que amamos no solo el cine, sino el arte en mayúsculas.

Lástima, eso sí, que el circuito de versión original no sea más amplio. Todos seríamos más felices cambiando una copia de Guerra Mundial Z por una en versión original subtitulada de Antes del anochecer.




©José Luis Ordóñez (texto), agosto 2013

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