Y si ayer hablábamos de Guerra Mundial Z, sus defectos y sus
virtudes, hoy no puedo resistirme a hablar de un pequeño milagro que se estrenó
hace semanas en nuestras pantallas. Que a día de hoy, con las multisalas
inundadas de películas comerciales (como la mencionada en la primera línea de
este texto, por ejemplo), unas buenas y otras malas, con películas de relleno,
comedias absurdas y demás especímenes… que con todo eso pueda verse en cines
una película como Antes del anochecer
constituye un hecho que, sin duda, merece la pena reseñar.
Lo maravilloso de Antes del anochecer es su perfecta
comunión entre la palabra —ese delicioso guión compuesto a seis manos— y actores, provocando una maravillosa
realidad que nos hace olvidar durante hora y media que estamos asistiendo a la
proyección de una obra de ficción. Jesse y Celine, los personajes que
interpretan con brillante naturalidad Ethan Hawke y Julie Delpy, se convierte
así en personajes reales, a los que sentimos respirar tras la pantalla blanca,
haciéndonos partícipes de sus alegrías y sus problemas. Richard Linkater, el
director y co-guionista, ha dado un paso más en ese retrato del amor que ha
venido construyendo durante los últimos veinte años, y lo ha hecho haciendo que
sus personajes evolucionen de una manera radical desde aquella primera vez que
los vimos en un tren llegando a Viena, ubicándolos en una situación nueva para
ellos (y para nosotros, como espectadores privilegiados de su existencia). Aquí
los personajes buscan mantener ese estado de felicidad inicial (pero fugaz, todo
hay que decirlo) de las dos primeras películas, a pesar de los elementos que
ahora sí vemos agruparse en su contra, como la posible monotonía en su
relación, los celos, hijos, inevitables rencores y demás elementos empeñados en
socavar lo que hasta el momento era una hermosa historia de amor.
En un mundo donde Francis Ford
Coppola, Brian De Palma, William Friedkin o el mismo Woody Allen tienen
problemas para estrenar sus películas en Estados Unidos (y no digamos fuera),
que aquí aún tengamos el privilegio de ver este tipo de película estrenada en pantalla
grande es motivo de alegría para todos los que amamos no solo el cine, sino el
arte en mayúsculas.
Lástima, eso sí, que el circuito
de versión original no sea más amplio. Todos seríamos más felices cambiando una copia de Guerra Mundial Z por una en versión original subtitulada de Antes del anochecer.
©José Luis Ordóñez (texto), agosto 2013
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