viernes, 22 de julio de 2016

SICARIO (Denis Villeneuve, 2015)

(spoilers ahead; reseña para leer una vez hayan visto “Sicario”)


Hay películas que laten en tu interior de manera intensa después de haberlas visto. “Sicario” es una de ellas. Es lo que provoca el buen cine. No voy a escribir aquí sobre la geometría de su guión (cuya autoría, por cierto, corresponde a Taylor Sheridan, actor de experiencia en el campo televisivo que aquí debuta en la escritura para largometraje), pero sí de algunos detalles sobre su hipnótica y expresiva realización (con fotografía de Roger Deakins), algo que no nos coge por sorpresa porque ya habíamos tenido ocasión de disfrutar con el cine de Denis Villeneuve: el estremecedor drama “Incendies”, la muy interesante “Enemy” y el ejemplar y absorbente thriller “Prisoners”. En todas ellas se capta un cuidado muy de agradecer por la imagen (después de todo, esto es cine, ¿no?), la planificación, la atmósfera, el hacernos sentir, en definitiva, que estamos presenciando algo real; así, nos creemos la tragedia de esos dos hermanos que buscan a su progenitor, la odisea de ese profesor que un día se encuentra a alguien idéntico a él y la angustia del padre que busca a su hija secuestrada. Los mecanismos cinematográficos que articula Villeneuve nos desconectan de la realidad para sumergirnos en universos paralelos con vida propia, ficticios, sí, pero de manera indiscutible reflejo del mundo en el que respiramos.


En “Sicario” seguimos la historia de una joven y eficaz agente del FBI reclutada por una agencia con mayor poder para combatir el narcotráfico. Y ese es el punto de vista que mantenemos a lo largo de la película. Esto provoca que el desconcierto, la confusión y la frustración que siente el personaje, al que da vida Emily Blunt, se traslade al espectador. Como ejemplo queda esa escena rodada en un lejano plano general estático donde la protagonista discute con el cerebro de la operación, que interpreta Josh Brolin, y le reclama mayor información sobre lo que realmente está sucediendo en la misión que llevan a cabo. Tan distante se rueda la secuencia que nos quedamos casi tan confusos como la propia agente, tan alejada de la verdad a esa altura de la película como nosotros, los espectadores, de ellos al contemplar la enérgica discusión.


El poderoso trío de actores protagonistas se cierra con un enorme Benicio del Toro, en el papel de asesor de la operación gubernamental dirigida por Josh Brolin, un personaje de pocas palabras pero muchas miradas, inquietantes y definitorias. Y hay que hablar, claro, de cómo están rodados esos viajes de ellos tres, junto al resto de miembros involucrados en la misión, de Estados Unidos a México: con la frialdad, detalle y precisión de un viaje espacial. Casi parecería que estuviésemos en un viaje interplanetario, en lugar de un simple recorrido de pocos kilómetros para cruzar la frontera. Con exquisitos planos aéreos, siempre acompañados de una precisa banda sonora, Villeneuve nos introduce en su nave espacial y nos invita a hacer este recorrido que nos ubica en el centro de la trama (dicho lo cual, no es de extrañar que sus próximas dos películas como director estén vinculadas a la ciencia ficción: “Arrival” y la muy esperada secuela del clásico “Blade Runner”, con un cast que cuenta con Ryan Gosling y el regreso de Harrison Ford interpretando de nuevo a Rick Deckard; es indudable que sir Ridley Scott ha tenido aquí un excelente ojo a la hora de elegir sucesor en el puente de mando).

“Sicario” es cine. De alta graduación. Uno se pregunta por qué no se llevó todos los premios importantes de la temporada, frente a otros títulos que difícilmente podrían aguantar el tipo ante el desarrollo de esta historia que, desde sus primeros minutos, capta la atención del espectador por lo que cuenta y cómo lo cuenta.

Fascinante es su conclusión, donde el personaje de Benicio del Toro ya ha revelado su verdadero rostro y ha ejecutado con frialdad matemática su misión (asesinatos de un capo, su familia, guardaespaldas…), y ahora necesita la firma en un documento de la joven e idealista agente del FBI para que todo quede ajustado a cierta legalidad. Por supuesto, nuestra protagonista se resiste, sus principios se lo impiden, pero los métodos del sicario son incontestables y, a pesar de todo, ella termina estampando su nombre en el papel. Antes de irse, él le dice que no salga a la terraza porque no le va a gustar lo que va a ver. Pero está claro: tan pronto él se va, ella busca su pistola y sale a la terraza para encañonarlo en la distancia; el sicario, gracias su exterminador sexto sentido, siente que ella le tiene a tiro. Y se detiene. Quizá para ver de qué madera está hecha. Pero la joven agente del FBI no es una asesina. No dispara. Asume lo que ha hecho: sabe que ha sido utilizada y que no puede hacer nada por cambiar las cosas. Benicio del Toro continúa caminando y se va. Ella permanece en la terraza. Está viendo a una joven idealista derrotada y engañada, que sabe que jamás podrán exterminar el crimen organizado que se mueve entre las fronteras. Y, como él ya había advertido, lo que ve no le gusta.

Cine.


domingo, 3 de julio de 2016

NOIR en 35mm: "Perdición"


Continuamos con la sección NOIR en 35mm en Solo Novela Negra, la revista del mundo criminal; en esta ocasión escribimos sobre la magistral "Perdición", de Billy Wilder.

Aventuras galácticas



En una nueva colaboración con ALDABA (número 30, página 57), revista de creación literaria y plástica, escribo sobre "El despertar de la fuerza", la película de la temporada a nivel comercial (más de dos billones de dólares en la taquilla planetaria), un magnífico regreso al universo creado por George Lucas allá por 1977 y que, a día de hoy, y a la espera de "Rogue One", el spin-off que llegará en Navidad (con el regreso de Darth Vader), goza de excelente salud.