Kaiju – Monstruos
surgidos de un portal interdimensional del fondo del Pacífico.
Jaeger – Gigantescas
máquinas con forma humana guiada por dos pilotos.
Con esas dos breves
definiciones y la trepidante secuencia prólogo previa al título de la película,
al mismo tiempo informativa y poseedora del ritmo y el tono que después será
extensivo a todo el metraje, arranca Pacific
Rim, la última obra dirigida por el mexicano Guillermo del Toro, un
director que como comentaba el otro día se suele mover entre proyectos
abiertamente comerciales, destinados al gran público, y otros más intimistas
que le han reportado más distinciones artísticas en festivales de cine.
Aquí se apuesta por
el cine comercial, de una envergadura similar a los monstruos y máquinas que
protagonizan la película, destinada a romper las taquillas de medio mundo, si
bien en Estados Unidos no ha terminado de funcionar tan bien a nivel de
taquilla como en otros países del mercado cinematográfico. Pero no nos
engañemos. Esta película no lleva implícito el tono peyorativo asociado de
manera inevitable a todo lo comercial. Es cine comercial, sí, pero del bueno.
Del muy bueno. Guillermo del Toro se toma el tiempo necesario para caracterizar
a los personajes, haciendo que nos importen, y, sobre todo, construye el top badass character de la función,
Stacker Pentecost, interpretado por Idris Elba, como personaje más visible y
memorable en la película.
Después podemos
disfrutar de detalles deliciosos, marca de la casa, como ese mercado negro
capitaneado por sospechosos habituales del cine de Guillermo del Toro como Ron
Perlman o Santiago Segura. Y es que hasta el más pequeño de los personajes
tiene algún detalle para que lo recordemos, y eso, entre otras cosas, hace que
la película funcione.
En el apartado
musical, Ramin Djawadi se marca un potente tema principal, rítmico y heroico,
que resalta el tono cool que emana de
la película, y acompaña las lapidarias frases de Stacker Pentecost, las
preguntas que se responden con imágenes o los vibrantes momentos de acción.
En definitiva, una
sorpresa positiva. Se agradece que cuando sea cuente una historia, sea la que
sea, se haga con la claridad y brillantez visual que aquí exhibe Guillermo del
Toro, que poco a poco va engordando su legado cinematográfico, del que, estoy
seguro, aún nos queda su mejor película por llegar (¿tal vez At the Mountains of Madness?), esa que
hará que artísticamente quede equiparado en tamaño a sus adorados Kaijus y Jaegers.
©José Luis Ordóñez (texto),
agosto 2013
Me ha gustado. Tu homónima Jose L Ordoñez-Suarez
ResponderEliminarVoy a ver esta Pelo inmediatamente, pues si tu lo recomiendas será verdad y además hace mucho calor.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, cine palomitero de primera. Me encantó el momento coronel Trautman de Pentecost y por supuesto los FX y la banda sonora, muy buena elección meter la guitarra de Tom Morello, ese sí que es extraterrestre!
ResponderEliminarLa banda sonora es de subidón... y es una película de la que se sale contento, satisfecho, con una sonrisa en el rostro. Todo es muy lúdico, como esa escena postcréditos.
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