sábado, 19 de septiembre de 2015

La primavera de Lola


Como bien se anuncia desde la propia sinopsis de la obra, La primavera de Lola es la historia de una despedida, del adiós de una mujer al hombre que ha formado parte de su hogar durante los últimos años, y que escapa así a una penumbra tóxica de violencia y perdón. En ese sentido, es una obra de despedida, sí, pero también de bienvenida a lo que vendrá después, a lo que queda fuera de la obra pero dentro de la imaginación de cada espectador. Es también, por supuesto, una bienvenida a un teatro potente, arriesgado, por cuanto no es complaciente con el espectador, sino que bucea en la oscuridad del alma humana. No tenemos aquí una obra de humor ligero sino, por el contrario, un drama desgarrador, con pocas concesiones, donde, precisamente por ello, los escasos momentos cómicos funcionan a la perfección. Con una escenografía de elementos cotidianos que potencian un discurso de metáforas visuales atractivas, algunas de ellas muy conseguidas, La primavera de Lola navega en el terreno del drama, de lo literario, de lo poético y consigue lo que debería conseguir cualquier pieza una vez cae el telón: debate, discusión, reflexión. Enhorabuena a todo el equipo de este montaje teatral, a su directora, Verónica Rodríguez, y a la actriz sobre la que recae todo el peso interpretativo de la función, una Eva Gallego que se mimetiza bajo esa Lola que nos dice adiós a través de los recuerdos que florecen sobre el escenario. Y aún tiene tiempo de verla: estará presente en el Teatro Duque – La imperdible hasta el próximo 27 de septiembre.

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