lunes, 8 de abril de 2013

Regresando al mundo de Creepshow


Tenía un recuerdo vago de Creepshow, probablemente alquilada en un videoclub a finales de los 80 (dentro de poco habrá que poner notas a pie de página para explicar qué eran y qué suponían los videoclubs en siglo XX). Conservaba en la retina la imagen del paleto que interpreta con esforzada exageración Stephen King, y el final espeluznante con la invasión de las cucarachas, pero el resto se había evaporado con el paso de los años, sin que hubiera tenido hasta ahora ocasión de volver a enfrentarme a la película que dirigió en 1982 George A. Romero sobre un guión de Stephen King.




Los cinco episodios (seis, si incluimos el breve prólogo y epílogo que sirven de excusa / homenaje y que dan pie al resto de las historias, siempre pensadas como homenaje al cómic de terror, con marcadas y referenciales pinceladas estéticas) ofrecen una visión oscura y tenebrosa de la familia: desde el arranque, con la historia quizá más infantil, donde sorprende ver a un Ed Harris con esa inútil habilidad para encender cerillas en paredes, hasta la última, sobre ese magnate solitario que vive en un aséptico piso de paredes blancas (aséptico… salvo por la angustiosa presencia de unos molestos insectos, claro), tenemos una interesante variedad de sucesos que incluyen parricidios, maridos que asesinan a esposas, tipos a los que se les aparece el espíritu de su padre muerto para dar consejos e hijos sádicos que disfrutan torturando a sus padres (que, reconozcámoslo, cometen el grave error de condenar la saludable actividad de leer cómics de terror). Se aprecia un mensaje más o menos intencionado en cada una de las historias, con la venganza como provechoso y justificable acto, aun cuando para ello sea necesario traspasar la frontera entre la vida y la muerte (algo que, al parecer, es bastante fácil en el universo de Creepshow), la torpeza como justificación para arder en el infierno (o, en este caso, ahogarse en una emulsión fantástica de vida verde), la amoral utilización de la tecnología (a día de hoy ya completamente anacrónica, por cierto) para prolongar el placer de vengarse de una infidelidad (que a su vez será causa de una venganza ulterior), la tiranía de una esposa como ingrediente justificable para ofrecer a la señora en cuestión a las fauces de una bestia que lleva demasiado tiempo encerrada en la caja de un sótano, y la utilización del poder como elemento para enriquecerse y abusar de los pobres empleados como aliciente para que todos esos insectos tomen su más preciada venganza… siendo este último un mensaje de lo más estimulante, sobre todo a día de hoy.



Vista la película en Blu-Ray sorprende por su sencillez, su desinhibición a la hora de contar las historias sin necesidad de muchas coartadas narrativas, buceando en una irrealidad pesadillesca que carece de escapatoria y donde no queda resquicio a la salvación de los personajes. Sorprenden la aparición de actores como Leslie Nielsen, en el papel del marido cornudo dispuesto a dar buena cuenta de su propia esposa y del amante de su mujer, o esos entrañables monstruos de peluche, mucho más reales que algunos CGI que sufrimos en el cine de hoy día. La poca ambición de Creepshow juega a su favor: sí, desde luego que carece de grandes planos, una fotografía exuberante o encuadres brillantes, y, desde luego, no tiene a una orquesta con doscientos músicos detrás empeñada en resaltar cada situación o emoción que se cruza a su paso con una trascendencia agotadora. Eso hubiese sido traicionar el espíritu del cómic.

Y, como comprobamos después de ver Creepshow, la traición es algo que se paga muy caro.


©José Luis Ordóñez (texto), abril 2013



4 comentarios:

  1. A mí me gustó mucho esta primera película, no tanto como las siguientes, que era más de lo mismo pero las historias fueron decayendo hasta no dar ni miedo.
    Stephen King siempre dijo que los papeles que le daban era de una persona retrasada, bobalicona y la verdad es que no nació para actor, pero sí para asustarnos con sus historias en papel.

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  2. Lo recuerdo haciendo cameos en algunas de las adaptaciones de sus novelas. En Cementerio de animales, haciendo de cura, por ejemplo.

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  3. También es el granjero paleto de 'La solitaria muerte de Jordy Verrill', mi favorita.

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  4. Sí, esa historia es difícil de olvidar, desde luego. Es quizá la única que recordaba con claridad después de tanto tiempo.

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