Al parecer se está rodando la adaptación a formato televisivo de “La
cúpula”, la mastodóntica novela de Stephen King: mil doscientas páginas que nos
llevan al microcosmos de la ciudad de Chester’s Mill, un lugar cargado de tipos
odiosos y héroes modestos. Así pues, este verano tendremos en imágenes lo que
ya imaginamos los que hemos podido leer la obra. Bien, ¿qué decir de “La
cúpula”? ¿Que, a pesar de su descomunal tamaño, es una obra francamente
entretenida? ¿Que tiene un planteamiento y, sobre todo, una resolución
brillante en lo que atañe a la (pseudo) explicación del fenómeno que desencadena la acción? ¿Que, además, cuenta con un
narrador cuando menos curioso, capaz de alguna pirueta narrativa de lo más
interesante?
Es curiosa la evolución de Stephen King a través de
los ojos de la crítica: machacado sin piedad, redescubierto después con algunas
obras de carácter aparentemente menor y, finalmente, llegados al momento
presente, con dos facciones irreconciliables: los que consideran que lo que
escribe está lejos de ser literatura y los que lo veneran como el gran maestro
de la literatura de género.
No menos curioso es el camino que han seguido sus
adaptaciones literarias a la gran (o pequeña) pantalla. Siendo muchas de ellas
olvidables, es cierto que hay algunas joyas que a partir del sustrato literario
han construido memorables películas, como “Carrie”, “El Resplandor”, “Cuenta
conmigo” o “Cadena Perpetua”, sin olvidar las apreciables adaptaciones
televisivas de “Salem’s Lot”.
Lo que nadie parece dudar es de la capacidad de
fabulación del escritor norteamericano, prolífico como pocos, siempre más
preocupado de lo que pasa en sus historias que de adornarlas de un estilo que
satisfaga a sus más aguerridos críticos. En “La cúpula” parece dispuesto a
satisfacer a ambos: unos y otros encontrarán motivos para apoyar sus teorías.
Siendo una obra golosa para ser adaptada a televisión (por tamaño y número de
personajes), creo que eso nos resta la posibilidad de encontrar la gran
película que, creo, anida en sus páginas. Sospecho que King está mucho más
interesado en hacer series de sus novelas que películas en las que pierda el
control creativo. Sin embargo, ese no tiene por qué ser siempre el mejor camino.
Kubrick lo sabía.
© José Luis Ordóñez (texto),
abril 2013
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