Hay un exquisito sentido estético
que se aprecia desde los primeros segundos de “Hannibal”, al tiempo que un
deseo por hacer distinguible y remarcable cada plano: el encuadre,
la fotografía, los sutiles travelling,
los efectos a cámara lenta o marcha atrás; aquí todo se hace con una envidiable
intención narrativa que me ha convencido en los dos primeros capítulos que he
visto de la serie. A diferencia de “The Following”, que también lleva a la
televisión casos de psicópatas pero de un modo mucho más mainstream, y que ha constituido una decepción a pesar de los
esfuerzos de Kevin Bacon por mantener a flote el barco, la nueva serie de “Hannibal”
es una apuesta adulta que, a priori, no lo tenía fácil, por tener que luchar
contra una película y personaje icono que ya interpretó brillantemente Anthony
Hopkins en la pantalla grande. Sin embargo, la aproximación de Bryan Fuller,
creador de la serie, ha sido lo suficientemente inteligente como para desvincularse
del sustrato original, tanto literario como cinematográfico, pero recuperando
algunos de sus personajes. Y aquí llegamos, claro, al nuevo Hannibal. ¿Qué podemos decir del retrato
que realiza Mads Mikkelsen de tan distinguido doctor, brillante psiquiatra
forense al tiempo que despiadado caníbal? Diferente a lo conocido hasta el
momento, muy dosificado y absolutamente brillante. El hieratismo que aporta el
actor danés al personaje, unido a un físico que hace voraz a la cámara, y una
naturalidad que por momentos puede desconcertar, igual que la primera vez que
le escuchamos hablar en inglés, moldean una personalidad hipnótica que, junto
al resto personajes, tramas, guiones, dirección y producción, han creado una
notable serie en su arranque, lo que sin duda hará que la sigamos con interés.
©José Luis Ordóñez (texto), abril
2013
Yo la estoy grabando para verla. Cuando las niñas me dejen claro. Me alegra saber que es buena, a mí todo lo relacionado con Hannibal me gusta. Espero que no me defraude.
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