viernes, 26 de octubre de 2012

PELÍCULAS para HALLOWEEN (II)




(continuamos con nuestra miniserie…)



AL FINAL DE LA ESCALERA (Peter Medak, 1980)

La vigencia de esta película se sostiene en tres pilares indiscutibles: la inteligente dosificación de la información que encontramos en el guión (ayudados aquí por un título en español más críptico y sugerente que el original), propia de una historia clásica de fantasmas como la que nos ocupa; la majestuosa dirección de Peter Medak, aquí en la obra más inspirada de su carrera; y en la sobriedad y humanidad que transmite George C. Scott, un actor extraordinariamente solvente tanto en el campo del drama como en el de la comedia, con una facilidad pasmosa para decir todo con una mirada o un gesto, ya sea de crispación o de empatía.



Por otro lado, siempre he pensado que “Al final de la escalera” tiene una de esas grandes escenas de arranque que te enganchan de manera fulminante para presenciar el resto de la película. Nos sobrecoge, sí, pero también nos hace caminar desde ese momento al lado del protagonista, siguiendo de manera fiel su sombra sin ningún tipo de fisuras. Emprendemos con el protagonista, pues, un viaje que, conforme va avanzando, se va haciendo más y más inquietante, para él y también para nosotros, que sentimos el miedo más cerca a medida que la verdad se va revelando (una verdad que, en cualquier caso, será difícil que sea más dura que la marcada por la escena del inicio). Así, esos golpes que retumban en la gran casa terminarán encontrando su macabra y reveladora explicación para George C. Scott, implicado en una historia que involucra elementos de carácter personal y que le conducirán a una verdad terrible que lleva demasiado tiempo oculta como para que su salida a la luz pública no deje de provocar un daño irremediable.



Que una película de este tipo cuente en su reparto con un actor clásico de la época dorada de Hollywood como Melvyn Douglas, que ha trabajado con directores como Lubitsch, Cukor o Wyler (por nombrar sólo tres)  es un acierto, por el componente perturbador y desconcertante de hallarnos ante un rostro inesperado pero certero, de alguien que en el último tramo de su carrera nos inquietó en varios films (recordemos, por ejemplo, “El Quimérico Inquilino”, de Polanski).



En definitiva, si “El resplandor” era una ruptura con lo anterior, una audaz y magistral incursión en terrenos no explorados, “Al final de la escalera” supone una apuesta mucho más clásica, que combina con acierto los elementos de los que se nutre para darnos también una excelente muestra de “película con casa de fantasmas”.



TO BE CONTINUED…

©José Luis Ordóñez (texto), octubre 2012


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