Si Charles Dickens no estuviera tan muerto como Marley al inicio de su mítico relato ("Marley was dead: to begin with. There is no doubt whatever about that.") y pudiera levantar la cabeza y asomarse al mundo de hoy en día se sorprendería, sin duda, de muchas cosas; pero también del número de adaptaciones que su obra "Cuento de Navidad" ha generado desde su publicación aquel lejano 19 de diciembre de 1843. Aquí vamos a realizar una aproximación a las realizadas en el ámbito del escenario audiovisual, donde el texto de esta obra literaria rica e inmortal se transforma, en virtud de los intereses del máximo responsable en dar vida a la nueva versión, en comedia o drama pasando, incluso, por el terror o el musical, la animación, en una propuesta muda o sonora, en blanco y negro o color, en 3D... Y uno podría pensar que ya se ha hecho de todo en el terreno de las adaptaciones a medios tan diferentes como son los del cine y la televisión, pero lo cierto es que no debe ser así cuando hay autores contemporáneos, cineastas con personalidad y talento, como Roger Eggers —director de la nueva versión de "Nosferatu" (2024)— o Ti West —responsable de la trilogía que forman "X" (2022), "Pearl" (2022) y "MaXXXine" (2024)— que, recientemente, han anunciado que, entre sus proyectos más cercanos, se encuentra llevar el clásico de Dickens al cine.
Pero,
¿por dónde empezar ante la gran cantidad de adaptaciones que existen desde
prácticamente el origen del cinematógrafo? Sin guardar un orden cronológico,
señalamos en primer lugar una versión espectacular y musical como "Muchas
gracias, Mr. Scrooge" (1970), dirigida por Ronald Neame, que logra
sumergirnos en una ambientación deliciosa donde las canciones y las
coreografías fluyen con naturalidad, con números extraordinarios como el
"Thank you very much", y donde llegamos a ver a su personaje
principal con las ropas del mismísimo Papa Noel. Albert Finney es el encargado
de dar vida y alma al avaro señor Scrooge, de hacerlo odioso y repudiable a
todos los niveles, mientras que el gran Alec Guinness se reserva el papel de su
socio Marley, ya fallecido, y cuyo fantasma regresa en Nochebuena para
advertirle de la llegada de los tres fantasmas: el de las Navidades Pasadas, el
de las Presentes y el de las Futuras. Es este un cine pensado para ser
disfrutado en una gran sala de cine, para apreciar así su capacidad de detalle,
el poder atmosférico del celuloide y, en definitiva, el gran espectáculo que
es.
Por
el contrario, si se desea una obra más sobria y dramática, de presupuesto
visiblemente más reducido, puede buscar "Un cuento de Navidad"
(1984), película producida para la televisión y dirigida por Clive Donner, con
George C. Scott interpretando a Scrooge, en un reparto donde también
encontramos a Frank Finlay y David Warner. Obra sólida que, aunque sea en una
versión más modesta que la anterior, logra sumergirnos en la historia gracias,
en buena medida, al innegable talento de Scott.
Es
posible que uno se encuentre en ese punto donde busque (o buscara en su
momento) una adaptación más libre, más gamberra, más alejada de lo canónico y
así conectar con generaciones más recientes, dejando atrás esa ambientación tan
decimonónica. Si bien la crítica no fue excesivamente generosa con ella,
"Los fantasmas atacan al jefe" (1988) ofrece una visión en esa línea,
distanciándose más del texto original, si bien conserva lo esencial de una
trama que se aleja del siglo XIX para aterrizar en los años ochenta del siglo
XX, con protagonismo absoluto para Bill Murray, que no parece tener mayor
dificultad en construir a Frank Cross, un derivado de Scrooge, despreciable
durante gran parte del metraje hasta llegar a un desenlace espectacular que
muestra el cambio en Cross; y que, además, se dirige al propio propio público
de las salas de cine en el momento de su estreno original, ya con los créditos
finales, para que le acompañen en una canción. Tiene la particularidad de que,
en la trama del largometraje, se está preparando un especial de "Cuento de
Navidad" en directo para la televisión, con el juego que esto proporciona:
estamos en una época posterior, sí, pero nos podemos permitir al mismo tiempo
mirar hacia el original en ese decorado y esos actores que viven en el especial navideño. Además, en el reparto estaba el entonces
ya veterano Robert Mitchum, inolvidable en tantas y tantas películas, y la
presencia luminosa de Karen Allen, años después de su protagonismo junto a
Harrison Ford en la ya clásica "En busca del arca perdida" (1981), de
Steven Spielberg. El director de todo esto es Richard Donner, un buen cineasta
que, entre sus habilidades, cuenta con la de poder saltar de género y adaptarse
a él para ofrecer siempre la mejor (y más espectacular) obra posible; así,
encontramos en su exitosa filmografía "La profecía" (1976),
"Supermán" (1978), "Lady Halcón" (1985), "Los
Goonies" (1985) o "Arma letal" (1987), por citar un repóker
realmente poderoso que se mueve con facilidad y talento por el cine de terror,
superhéroes, aventuras y acción. "Los fantasmas atacan al jefe", sin
embargo, está lejos de generar el entusiasmo que sí se aprecia en público y
crítica hacia las películas citadas, pero, al menos, es una propuesta
diferente, que no carece de encanto, y que tiene alguna escena memorable,
gracias en buena medida al talento natural de Bill Murray.
Para
retomar el sendero original del XIX en la ficción, y hacerlo además a través de
las nuevas tecnologías audiovisuales del momento, en un contraste que aquí se
muestra eficaz y satisfactorio, podemos sumergirnos en "Cuento de
Navidad" (2009), película de animación que dirige Robert Zemeckis
—responsable de la magistral "Regreso al futuro" (1985) y la
multipremiada "Forrest Gump" (1994)— con su sentido del ritmo
habitual, la espectacularidad marca de la casa y donde usa la misma técnica de
captura de movimiento ("motion capture") que ya había utilizado en
dos propuestas previas, la emotiva y también navideña "Polar Express"
(2004) y la espectacular y épica "Beowulf" (2007). Es, por tanto,
esta versión del clásico de Dickens una obra que utiliza recursos innovadores,
con imágenes que después son generadas por ordenador, pero no por eso deja de
ser menos importante la presencia de los actores, no solo por la voz, sino por
la citada técnica de captura de movimiento, que permite extender la
interpretación de los actores al propio diseño de la animación. Jim Carrey hace
suyo al señor Scrooge (y otros personajes secundarios) en un reparto espectacular
que se completa con Gary Oldman, Colin Firth, Robin Wright, Cary Elwes y Bob
Hoskins. Además, la posibilidad en su estreno de disfrutar la película en 3-D
añadía un elemento de interés extra, que extendía los ya de por sí expresivos
brazos de la animación.
No
obstante, probablemente habrá alguien que lea ahora estas líneas y no sea
demasiado aficionado a las tecnologías que ayudaron a Zemeckis en el rodaje de
su espectacular versión; pero no se preocupen, porque aquí hay Scrooge para
todos los gustos; los que sean más tradicionales (o, dicho de otro modo, no
tengan pasión por lo digital), pueden buscar el cortometraje de animación
clásica "Una Navidad con Mickey" (1983), dirigido por Burny Mattinson,
y con personajes clásicos de Disney repartiéndose los principales papeles, como
el tío Gilito (Scrooge), Donald (como el sobrino de Scrooge), Mickey (Bob
Crachit) o Goofy (Marley), en una auténtica delicia con aroma decimonónico.
Por
otro lado, resulta imprescindible la estupenda "Los teleñecos en Cuento de
Navidad" (1992), dirigida por Brian Henson, donde Michael Caine se reserva
el papel de Scrooge. Original, juguetona con la metaficción, incluye canciones
divertidas y es tan atractiva para niños como para adultos, una versión
realmente admirable, muy recomendable para ver en solitario o en familia, por
cuanto apela y juega con los intereses de jóvenes y mayores, con los
reconocibles y clásicos teleñecos poblando el reparto de esta adaptación y un
actor de prestigio como Caine disfrutando al aportar su particular versión del
personaje.
Tras
esta luminosa versión adaptación es hora de volver a la oscuridad, así que
regresamos a la televisión, a la extraordinaria miniserie de tres capítulos
"Cuento de Navidad" (2019), una tenebrosa, cruda y áspera versión
que, sin embargo, precisamente por eso, cuando destapa el esperado tarro de la
redención para Scrooge, se vuelve realmente esperanzadora, permitiéndose además
un mensaje potente desde el punto de vista femenino. Aquí surge con fuerza
inusitada el personaje de Mary Cratchit (fantástica Vinette Robinson), que
Steven Knight, guionista y creador de la serie, reescribe a partir del original
de Dickens y dota de una mayor peso y relevancia en la trama... hasta el punto
de reservarse un magistral plano final hacia ella (y de ella, atención, hacia
nosotros). Ambientada de nuevo en el siglo XIX, su sombría fotografía queda
lejos, por ejemplo, del colorido musical "Muchas gracias, Mr.
Scrooge", y en algunos momentos su trama nos lleva por vericuetos que
ahondan en la miseria del personaje principal; todo esto provoca que se logre
un tono diferente al de adaptaciones previas, donde el drama y lo fantástico se
acercan más que nunca al terror (¿acaso no es el terror, al menos, otro
elemento de la obra primigenia, con la presencia de numerosos fantasmas?), a lo
inquietante, a lo visceral e, incluso, obsceno y escatológico (no en vano, en
una de las primeras escenas vemos a Marley, muerto y enterrado, sintiendo sobre
su rostro el orín de alguien que está aliviándose sobre la tierra bajo la que
él yace). Pero la combinación de música e imágenes generan magia
cinematográfica (aunque, en realidad, sea televisiva), y el personaje de
Scrooge, al que da vida un soberbio Guy Pearce, aunque no termine de una forma
jovial y lúdica como en otras versiones, sí genera impacto en el telespectador,
que se emociona ante un final que, además, se atreve a concluir rompiendo la
cuarta pared. Stephen Graham, actor de talento y popular por series recientes
como "Adolescencia" (2025), da vida (o muerte, mejor dicho) a Marley,
mientras que Andy Serkis, que saltó a la fama interpretando al Gollum en la
trilogía "El señor de los anillos" (2001-2003), dirigida por Peter
Jackson, aquí ofrece su versión de uno de los fantasmas. En definitiva, es esta
adaptación televisiva una pequeña joya, cuyo máximo responsable es el ya
mencionado Steven Knight, creador, entre otras muchas obras audiovisuales, del universo
tan celebrado de los "Peaky Blinders", serie que arrancó su andadura
en 2013.
Retomando
el ámbito cinematográfico, es imprescindible recordar "Cuento de
Navidad" (1951), producción británica dirigida por Brian Desmond Hurst,
con Alastair Sim interpretando a Scrooge, actor de una expresividad máxima,
capaz de sumergirnos en un universo determinado solo a través de sus ojos, y
memorable también, por ejemplo, en "An Inspector Calls" (1954),
dirigida por Guy Hamilton. En esta nueva versión de Dickens percibimos una obra
en blanco y negro con una inteligente puesta en escena, que destila sabor
clásico y que, a pesar de todas su virtudes, ha quedado algo olvidada, pero
digna de recuperar y disfrutar.
Pero,
¿y aquí, en España? Hay que recordar (y podemos localizar fácilmente para su
visionado) "Leyenda de Navidad" (1966), seis breves capítulos con
dirección de Alberto González Vergel y guion de Manuel Tamayo. El protagonismo
recae en Luis Prendes, como Scrooge, y completan el reparto Joaquín Pamplona
como Marley (muy ingeniosa y diferente su irrupción en la historia; y, si se me
permite el atrevimiento, más efectiva que muchos efectos digitales), María Luisa
Moneró como la señora Billder, José María Escuer como un Caballero, y Asunción
Villamil como Elisabeth. Con un evidente aroma teatral y ritmo de la época,
producida para la Televisión Española de mitad de los años sesenta y en blanco
y negro, la obra destila encanto, desde la sencilla presentación de los
créditos hasta el primero plano que vemos, un detalle de una farola con ciertos
rastros de niebla y una placa en una puerta donde se puede leer "Banca
Scrooge y Marley", para a continuación girar la cámara hacia el lateral y
así ver a varios transeúntes mientras escuchamos a una voz en OFF que dice:
"Esta verídica historia ocurrió en Londres en la Navidad de 1850, pero lo
mismo pudo ocurrir en cualquier año de nuestra era y en cualquier parte del
planeta".
También
en televisión, pero británica, encontramos un especial de la serie "La
víbora negra" (1988), con protagonismo para el genial Rowan Atkinson
(siempre identificado por el personaje de su otra serie, "Mr. Bean"),
y que lleva por título "El cuento de Navidad de Víbora Negra", y
donde vemos también a intérpretes como Tony Robinson, Miranda Richardson,
Stephen Fry, Hugh Laurie, Robbie Coltrane o Jim Broadbent. Aquí se produce un
interesante giro en la narrativa donde, en lugar de encontrarnos un viaje de un
personaje avaro hacia la redención, para que así se convierta en un maravilloso
ser humano, nos sorprende encontrar justamente el viaje inverso, siempre con el
humor propio de la serie, donde un bondadoso caballero, Ebenezer Blackadder
(que, en realidad, podría ser el Scrooge que vemos al final de "Cuento de
Navidad") va emprender el camino hacia ese ser negativo que todos
conocemos por el arranque de la historia. El propio protagonista, cuando ve el
futuro, no tiene más remedio que comentar ante el Fantasma con cierto regocijo:
"Let me get this straight: if I was bad, my descendants would rule the
entire universe!". Brillante concepto en una divertidísima obra.
Continuando
en la televisión, pero norteamericana, encontramos un cruce muy interesante con
la unión de dos fuerzas creativas que hacen historia en el cine y la
televisión: por un lado, Joseph Leo Mankiewicz, director de obras imperecederas
como "El fantasma y la señora Muir" (1947), "La condesa
descalza" (1954), "Cleopatra" (1963) o "La huella"
(1972); por otro, Rod Serling, creador de la legendaria serie "The
Twilight Zone" (aquí conocida como "Dimensión desconocida"), que
arranca en 1959 y durante cinco temporadas ofrece más de ciento cincuenta
capítulos, algunos de ellos auténtica historia de la televisión; ambos unen sus
talento para crear "Canción para otra Navidad" (1964), con un reparto
formado por Sterling Hayden, Ben Gazzara, Steve Lawrence, Robert Shaw, Pat
Hingle, Peter Sellers y Eva Marie Saint. Con música del gran Henry Mancini, el
guion corre a cargo de Serling y la producción y dirección llevan el sello de Mankiewicz.
Aunque se distancia notablemente de la historia de Dickens —aquí no hay
Scrooge, pero sí un personaje desagradable y hostil (el señor Grudge, al que da
vida Hayden), ni transcurre en el siglo XIX, sino en el XX—, sí mantiene un
espíritu muy navideño: el encuentro inicial entre tío y sobrino —soberbios
Hayden y Gazzara— en Nochebuena, la elegante planificación, propia de Mankiewicz,
y hallazgos visuales de peso, como cierto reflejo en una puerta o el momento en
que Grudge se queda mirando una gran lámpara y todo se oscurece, para llevarnos
a un espacio y un tiempo diferentes, con la irrupción de un muy particular
Fantasma de las Navidades Pasadas (Steve Lawrence). Aquí encontramos una interesante
reflexión que mezcla guerra, intervencionismo, multiculturalidad... pero, sobre
todo, ofrece una idea: la necesidad de
hablar —ya sea entre individuos o entre países— porque, como afirma uno de
los personajes, mientras uno habla no se pelea, y cuando para de hablar
empiezan los combates. Estamos, pues, ante una reformulación, como afirmábamos,
de la historia de Dickens, con muchos elementos nuevos, pero aun así tenemos a
un personaje que se llama Marley (el hijo del de Hayden), y la magia que nos
lleva a diferentes momentos temporales: guiños para una historia nueva que
trata de guiarnos hacia la emoción y la magia de la Navidad. Inolvidable la
conversación entre Grudge y el Fantasma de las Navidades Presentes (Pat Hingle),
donde de la oscuridad de un gran salón donde solo resalta una gran mesa de
salón llena de comida, se abre a su lado lo que parece un campo de refugiados,
sin recursos, a los que escuchamos cantar en español bajo la nieve y el frío el
villancico "Pastores venid". Poco después irrumpe Robert Shaw como el
Fantasma de las Navidades Futuras —actor inolvidable como Lonnegan en "El
golpe" (1973) y como Quint en "Tiburón" (1975)— e incide en algo
que ya hemos escuchado en la película: "It seems we reached a moment in
time when talk became superfluous"; y de ahí que nos encontremos en un
futuro oscuro y tenebroso, donde Peter Sellers, tan agudo y brillante como
siempre, interpreta al erigido líder de una comunidad post apocalíptica que
ofrece un discurso tan escalofriante como familiar, según en la potencia
mundial en la que uno esté pensando. Una vez concluye esta visión pesimista del
futuro, regresamos a la gran casa del señor Grudge, que ha cambiado, y, por
tanto, llegamos al clásico desenlace positivo, aquí más sobrio, pero con
villancicos de fondo para puntuar y redondear una obra extraordinaria, también
olvidada, pero también a reivindicar.
Finalmente, otra producción televisiva digna de mención es "The Christmas Carol" (1949), un cortometraje dirigido por Arthur Pierson con el mismísimo Vincent Price, que, en este caso, se convierte en el narrador de la historia —un narrador al que vemos sentado en un sofá, cita a Chesterton y lee el libro de Dickens mientras se dirige a nosotros, en un ambiente, por supuesto, plenamente navideño—; Price, que años después se convertiría en la imagen del terror cinematográfico, gracias a las producciones de Roger Corman basadas en relatos de Edgar Allan Poe, ofrece aquí una excelente muestra de su capacidad expresiva, y se convierte en el mayor atractivo en esta adaptación que cuenta para interpretar a Scrooge con Taylor Holmes, actor nacido en 1878, con amplia experiencia teatral y el mérito de tener una filmografía que se reparte a medias entre la época muda y la sonora.
Del mismo modo que Charles Dickens ha ejercido, ejerce y ejercerá su poder hipnótico sobre el cine y la televisión, las adaptaciones a otros medios también han sido numerosas, ya hablemos del universo del teatro, de la ficción sonora o del cómic, con admirables ejemplos que alargan aún más la sombra de la obra de Dickens y su influencia hacia todo tipo de público.
Así, desde los tiempos lejanos del cine mudo con "Un cuento de Navidad" (1901), producción británica dirigida por Walter R. Booth —y donde ya aparece el rostro de Marley sobre la aldaba de la puerta del hogar de Scrooge, como también se hará en futuras versiones con tecnologías de efectos especiales más depuradas—, de poco más de tres minutos, o "A Christmas Carol" (1910), producida en los Edison Studios en la ciudad de Nueva York, más elaborada, y dirigida por J. Searle Dawley y Charles Kent, con una duración que se extiende por encima de los diez minutos, hasta los nuevos proyectos de adaptación de "Cuento de Navidad" que se anuncian para el futuro y ya mencionábamos al principio de este artículo —Roger Eggers ha anunciado su versión con Willem Dafoe como Scrooge; y Ti West planea la suya con Johnny Depp como el viejo avaro—, la obra de Dickens continúa seduciendo a escritores y cineastas de todo el mundo, que ofrecen su visión a través de diferentes medios de creación artística y de la que aquí hemos dejado una pequeña muestra.
"Marley
was dead", comienza "Cuento de Navidad", y eso es una afirmación
irrefutable, categórica y definitiva: Marely está muerto y bien muerto, y esa
es la clave de la historia, como asegura el propio narrador.
Pero
"Cuento de Navidad" está vivo.
Y
muy vivo.
Así
que volvamos a él, al original de Dickens, a sus diferentes ediciones, en
inglés o traducidas, a sus diferentes versiones, más o menos fieles, más o
menos libres, más o menos imaginativas, más o menos innovadoras, pero
disfrutemos, siempre, de una obra cuya fuerza es inmune al paso del tiempo, las
modas o las imposiciones.
Lo
que es, en definitiva, un clásico; y que, además, en algunas de sus
adaptaciones nos regala momentos para el recuerdo, como sucede en la versión de
Rod Serling y Joseph Leo Mankievicz, con frases muy apropiadas para los tiempos
tensos, disparatados y belicosos que vivimos, cuando, por ejemplo, el Fantasma de
las Navidades Presentes (Pat Hingle) se dirige al señor Grudge (Sterling
Hayden) y le dice: "Politics, Mr Grudge. Politics. Now, grasp this if you
can: Humanity is no longer a political thesis. It is not a subject for debate.
There are no pros and cons, no arguments and rebuttals. We are talking about
human want, and human need. And this is a fact of life".
Que tengan ustedes una Feliz Navidad.
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