Se anuncia ya en televisión la
próxima emisión de La Cúpula, la
serie basada en la novela mastodóntica (las más de mil páginas en su edición de
bolsillo la hacen acreedora de tal adjetivo) de Stephen King con idéntico
título. Ya emitida en Estados Unidos con éxito —una considerable campaña de
publicidad y marketing ha puesto su granito de arena, todo hay que decirlo,
como bien tuve tiempo de comprobar en mi reciente visita a Los Ángeles—, la
serie se abre ahora paso en mercados como el nuestro, dispuesta a engullir
audiencias con la misma voracidad.
Por otro lado, la satisfacción del escritor
norteamericano por la adaptación al formato televisivo de su criatura ha sido
tal que el propio King será el encargado de escribir el primer capítulo de la
segunda temporada. Y esto nos lleva a la paradoja de que, sin haber visto aún
nada de la serie (pero sí leído la novela, de la cual hablaremos en otro
momento), ya nos empiezan a llegar noticias sobre la nueva temporada que llegará
el año que viene. Así venden sus series los americanos, con esa capacidad
continua para que reluzcan sus productos (ya sean mejores o peores) en un mercado
audiovisual que se crea bajo unos parámetros diferentes a los del resto de la
humanidad.
Como si vivieran bajo una cúpula,
vamos.
©José Luis Ordóñez (texto),
agosto 2013
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