miércoles, 31 de octubre de 2012

PELÍCULAS para HALLOWEEN (VI)





En un día como hoy es siempre obligatorio recordar “Halloween”, la obra maestra de John Carpenter, una brillante película plagada de excelentes detalles, un magnífico uso del punto de vista y una sugerente y elegante forma de narrar. Y, siguiendo con el director de la mítica “1997: Rescate Nueva York”, vamos a ampliar el espectro y comentar brevemente varias obras del gran Carpenter, cerrando así nuestra miniserie sobre recomendaciones cinéfilas.



HALLOWEEN (1978). Ya hemos hablado varias veces en el blog de esta grandiosa obra. Recordar, una vez más, el genial prólogo, rodado en un plano secuencia que homenajea al que hizo Orson Welles en “Sed de mal”.



LA NIEBLA (1980). De nuevo con Jamie Lee Curtis, ya convertida en “reina del grito”, esta película contiene escenas realmente extraordinarias: el arranque en el que el viejo cuenta una historia de miedo alrededor del fuego, algunas que involucran a esa niebla siniestra que oculta algo terrorífico o ese final cortante… nunca mejor dicho.



LA COSA (1982). Una de las obras maestras indiscutibles del género: John Carpenter dirigiendo, Kurt Russell protagonizando y Ennio Morricone componiendo una banda sonora inolvidable, en una historia terrorífica de un puñado de hombres aislados en la nieve que se enfrenta a “un enigma de otro mundo”.



EN LA BOCA DEL MIEDO (1995). Una película que habitualmente suele pasar desapercibida en la obra de Carpenter y que, sin embargo, es una magnífica aproximación a la locura y a los mundos de H.P. Lovecraft, todo teñido de un barniz pesadillesco a lo que, sin duda, ayuda la inquietante interpretación de Sam Neill.



VAMPIROS (1998). Un western vampírico en el que el lado salvaje y canalla de Carpenter nos ofrece un combate chulesco y violento entre James Woods y los seres de los colmillos. Fantástica.




©José Luis Ordóñez (texto), octubre 2012


martes, 30 de octubre de 2012

PELÍCULAS para HALLOWEEN (V)




(continuamos con la miniserie...)



DRÁCULA (Terence Fisher, 1957)

Sin duda la adaptación más fiel a la inmortal obra de Bram Stoker, el “Drácula” construido por Jimmy Sangster y Terence Fisher respeta y potencia varios de los pilares sobre los que se sustenta la novela original, desde la aparición mínima del personaje que da título a la historia —aunque su presencia se mantenga flotando en el ambiente desde el inquietante principio al eléctrico final— hasta la personificación heroica de un Van Helsing que se erige en la principal fuerza luminosa en tiempos oscuros.



Con rasgos que serían marca de la productora Hammer en sucesivas películas, como esa ambientación característica, la violencia sangrienta o el erotismo sugerido a través de estimulantes vampiras, esta película se distancia claramente de las adaptaciones previas de la novela, apostando por un producto más explícito y salvaje. Aun así, es también justo destacar la capacidad de sugerir a partir de imágenes de gran belleza, como esa puerta abierta que da al exterior de la habitación, tal vez una pequeña terraza, que se recorta en la noche, y en la que tememos la aparición inminente del conde Drácula dispuesto a saciar su sed nocturna.



Pero, desde luego, esta adaptación es sobre todo recordada por las brillantes interpretaciones de Peter Cushing como Van Helsing y Christopher Lee como Drácula, en papeles que repetirían años después en diferentes secuelas (por separado los encontramos en las también magníficas “Las novias de Drácula” y “Drácula, príncipe de las tinieblas”), el bien y el mal en un enfrentamiento continuo que se extendería a otras sagas dentro de la misma productora Hammer.



Finalmente, resaltar la habilidad narrativa de Terence Fisher, probablemente uno de los más grandes directores de género, capaz de dar en la década de los 50 y 60 una visión renovada de los clásicos mitos terroríficos de la Universal de los años 30 y 40, consciente de la necesidad de adaptarlos a los nuevos tiempos pero sin traicionar sus orígenes. Con varias obras maestras en su filmografía, “Drácula" se mantiene no sólo como una de las grandes películas de la Hammer, sino como uno de los grandes títulos del terror, y, como ya se apuntaba al principio, la mejor adaptación de la novela de Bram Stoker.



TO BE CONTINUED…

©José Luis Ordóñez (texto), octubre 2012


domingo, 28 de octubre de 2012

PELÍCULAS para HALLOWEEN (IV)





Dentro de la miniserie planteada sobre películas para ver en Halloween, hemos tenido posibilidad de repasar hasta el momento aquellas que temáticamente se vinculan a casas con fantasmas, siendo los ejemplos planteados antagónicos pero, sin embargo, igualmente brillantes (“El resplandor” y “Al final de la escalera”); y también otras cuyo hilo temático se deriva de maldiciones que afectan a los protagonistas de las historias (“The ring”, versión japonesa).



THE DESCENT (Neil Marshall, 2004)



Abrimos hoy una nueva línea dentro del género de terror que sería la denominada survival movie, y aquí es justo destacar una de las más brillantes muestras que se han dado en los últimos años: “The descent”. Dirigida por el británico Neil Marshall, nos cuenta la historia de un grupo de mujeres que deciden un fin de semana dar rienda suelta a su pasión por la espeleología y explorar una recóndita cueva que no aparece en los mapas. No es difícil imaginar lo que a partir de aquí sucederá: lo que al principio son risas y alegría por la reunión de todas las amigas desembocará en un más que accidentado descenso a las profundidades de la tierra. Sin embargo, y aquí viene un elemento que sin duda eleva la historia sobre otras similares, la lucha del grupo de mujeres no se limitará a enfrentarse a traicioneras cuevas, estrechos túneles y rocas amenazadoras, sino que se verán obligadas a medir sus fuerzas con algo mucho más peligroso, inquietante y aterrador.



Es decir, “The descent” es una de esas películas donde cuando uno piensa que nada peor les puede suceder a las protagonistas… les sucede. Y eso, en este tipo de films, es absolutamente maravilloso, por cuanto sorprende audazmente al espectador y le arrastra hacia un nuevo tipo de historia que supera de manera inesperada sus expectativas.



Con un arranque salvaje, que ya marca a las claras el tipo de película que vamos a ver, y un final extrañamente poético y sobrecogedor, ésta es la segunda película de Marshall tras “Dog soldiers”, su incomprendida y brillante ópera prima (también una survival movie), que iba cargada de un humor sangriento y unos  hombres lobo recreados a la antigua usanza (sin el aséptico y distanciador CGI), encargados de hacer la vida imposible a un escuadrón militar perdido  en los bosques de Escocia.


TO BE CONTINUED...


  ©José Luis Ordóñez (texto), octubre 2012




sábado, 27 de octubre de 2012

PELÍCULAS para HALLOWEEN (III)



(continuamos con nuestra miniserie...)




THE RING (Hideo Nakata, 1998)

Usando con habilidad una trama de maldiciones y recursos propios del imaginario oriental de fantasmas, Hideo Nakata, sorprendió con esta magnífica película, narrada con un clasicismo sorprendente, carente de bruscos golpes de efecto, apoyando el peso del metraje en la solidez de su historia y en uno de los finales más escalofriantes que se han podido ver en los últimos años.



Muy superior a sus posteriores secuelas y, desde luego, al innecesario y mediocre remake norteamericano, “The ring” se eleva sobre toda la corriente de terror japonés para convertirse en una de esas películas que dejan huella, que sobrecogen, que demuestran su talento a la hora de planificar sus secuencias (como ejemplo, sólo comparar cómo rueda Nakata el momento final y más sobrecogedor de la historia, con la sutilidad de los maestros, provocando que esa secuencia quede irremediablemente sellada en la memoria, y cómo lo hace Gore Verbinski en la versión estadounidense, de manera vulgar y completamente olvidable).



Y si hablamos de maldiciones, es inevitable recordar la magnífica y casi olvidada “La noche del demonio” (Jacques Tourneur, 1957), una película que guarda un cierto parecido con la historia que se desarrolla en “The ring”, en la cual seguimos a un Dana Andrews investigando la extraña muerte de un profesor en medio de una historia de brujería y sectas satánicas. Existen, al menos, dos montajes de este filme, siendo preferible la versión que nos reserva la presencia del monstruo para la escena final, aunque la que se ha comercializado en DVD es la que ya nos lo muestra desde la escena de arranque, cuando se produce el asesinato que desencadena la historia.



Volviendo a la película de Hideo Nakata, hay que decir que ganó los premios a mejor película y mejor director en la edición de 1999 del Festival de Sitges, destapando así en nuestro país una súbita atracción por el cine de terror japonés, en general con obras de inferior calidad, aunque el propio Nakata volvería a deleitarnos años después con la también magnífica “Dark water” (Hideo Nakata, 2002).



TO BE CONTINUED…

©José Luis Ordóñez (texto), octubre 2012

viernes, 26 de octubre de 2012

PELÍCULAS para HALLOWEEN (II)




(continuamos con nuestra miniserie…)



AL FINAL DE LA ESCALERA (Peter Medak, 1980)

La vigencia de esta película se sostiene en tres pilares indiscutibles: la inteligente dosificación de la información que encontramos en el guión (ayudados aquí por un título en español más críptico y sugerente que el original), propia de una historia clásica de fantasmas como la que nos ocupa; la majestuosa dirección de Peter Medak, aquí en la obra más inspirada de su carrera; y en la sobriedad y humanidad que transmite George C. Scott, un actor extraordinariamente solvente tanto en el campo del drama como en el de la comedia, con una facilidad pasmosa para decir todo con una mirada o un gesto, ya sea de crispación o de empatía.



Por otro lado, siempre he pensado que “Al final de la escalera” tiene una de esas grandes escenas de arranque que te enganchan de manera fulminante para presenciar el resto de la película. Nos sobrecoge, sí, pero también nos hace caminar desde ese momento al lado del protagonista, siguiendo de manera fiel su sombra sin ningún tipo de fisuras. Emprendemos con el protagonista, pues, un viaje que, conforme va avanzando, se va haciendo más y más inquietante, para él y también para nosotros, que sentimos el miedo más cerca a medida que la verdad se va revelando (una verdad que, en cualquier caso, será difícil que sea más dura que la marcada por la escena del inicio). Así, esos golpes que retumban en la gran casa terminarán encontrando su macabra y reveladora explicación para George C. Scott, implicado en una historia que involucra elementos de carácter personal y que le conducirán a una verdad terrible que lleva demasiado tiempo oculta como para que su salida a la luz pública no deje de provocar un daño irremediable.



Que una película de este tipo cuente en su reparto con un actor clásico de la época dorada de Hollywood como Melvyn Douglas, que ha trabajado con directores como Lubitsch, Cukor o Wyler (por nombrar sólo tres)  es un acierto, por el componente perturbador y desconcertante de hallarnos ante un rostro inesperado pero certero, de alguien que en el último tramo de su carrera nos inquietó en varios films (recordemos, por ejemplo, “El Quimérico Inquilino”, de Polanski).



En definitiva, si “El resplandor” era una ruptura con lo anterior, una audaz y magistral incursión en terrenos no explorados, “Al final de la escalera” supone una apuesta mucho más clásica, que combina con acierto los elementos de los que se nutre para darnos también una excelente muestra de “película con casa de fantasmas”.



TO BE CONTINUED…

©José Luis Ordóñez (texto), octubre 2012


jueves, 25 de octubre de 2012

PELÍCULAS para HALLOWEEN (I)




Se acerca Halloween, esa fecha del calendario destinada a que disfrutemos con inquietantes películas de terror que produzcan zozobra en nuestro interior y nos aproximen al acantilado de la locura… al menos lo suficientemente cerca como para sentir un estremecedor vértigo que desemboque en esa sensación ancestral y apasionante que es el miedo. Y con la excusa de esta fiesta importada, que cada vez tiene una mayor presencia en nuestra cultura, es momento ahora de recordar brevemente grandiosas películas que ha dado el género a lo largo de los años.



EL RESPLANDOR (Stanley Kubrick, 1980)

Dos maestros unidos por una misma historia, creativamente irreconciliables pero brillantes ambos, uno en el cine y otro en la literatura, Stanley Kubrick y Stephen King unían fuerzas (es un decir, porque King siempre ha renegado de la visión del cineasta neoyorquino, molesto tal vez por el hecho de que le mantuviera al margen del guión y la producción de la película, con un resultado final alejado de lo que el de Maine había imaginado) para crear una de las más espectaculares y originales obras de terror, a lo que no es ajena una de las interpretaciones más histriónicas y sublimes de la historia del cine, porque hablar de “El Resplandor” es hablar de un Jack Nicholson desquiciado, pegándose cabezazos con las esquinas de la locura, abriéndolas y riéndose abiertamente ante ella, humillándola y empequeñeciéndola, dejando a la platea entre sorprendida y aterrada. Nicholson juega fuerte con el beneplácito de Kubrick y entre ambos consiguen la hazaña de crear algo nuevo, algo nunca visto antes en una pantalla de cine, y es ver a la propia locura electrificando un cuerpo humano, agitándolo y moviéndolo como nunca hemos presenciado, diciendo cosas tremebundas que al mismo tiempo están plagadas de un extraño y enfermizo humor negro, algo que nos retrotrae al Kubrick de los inicios, donde también dejaba pinceladas de ese humor oscuro en obras maestras como “Senderos de Gloria” o “Teléfono Rojo”.



Y pocas veces se ha visto el espectador tan vulnerable como en los pasillos del Overlook Hotel, siguiendo al pequeño Danny en su recorrido inocente por una laberíntica estructura (que después se repetirá en el jardín exterior), con ese encuentro con las gemelas que ya forma parte del imaginario terrorífico de varias generaciones. Finalmente, no olvidemos a Shelley Duvall, una actriz que sin duda ha quedado marcada por su rostro de horror, de angustia, de impotencia por la terrible soledad en la que se encuentra, si poder recurrir a nadie cuando los problemas empiezan a rasgar la integridad de la familia.



Así, con un estilo limpio, simétrico, cerebral, majestuoso e innovador que Kubrick  pone al servicio de un guión elaborado por él mismo y la escritora Diane Johnson —y que va de la libertad y serenidad que sugieren los planos aéreos iniciales a la opresión e inquietud cada vez más asfixiante conforme nos vamos aproximando al final—, se da una nueva dimensión al término de "película con casa de fantasmas", creando una de las más sobrecogedoras muestras de cine de género jamás realizadas (y, por cierto, todavía no sé si Nicholson da más miedo en el film o en las fotografías de rodaje).



TO BE CONTINUED…

©José Luis Ordóñez (texto), octubre 2012



jueves, 18 de octubre de 2012

SITGES 2012


Una vez concluida la edición del 45 Festival Internacional de Cinema Fantastic de Catalunya: SITGES 2012, es momento de escribir brevemente sobre algunas de las películas que hemos tenido ocasión de ver allí.



PIRANHA 3DD (2012, John Gulager)
Sin duda, la segunda mejor película de pirañas de los últimos tres años. Secuela de la magnífica, violenta y divertida Piraña 3D (2010, Alexandre Ajá), en esta ocasión repiten algunos de los personajes de la primera parte, como Christopher Lloyd y Ving Rhames, aunque sin duda el protagonismo se lo acaba llevando un David Hasselhoff haciendo de sí mismo, parodiando su papel en Los vigilantes de la playa, absorbiendo el desarrollo de la acción desde que aparece hasta el final. ¿Lo mejor? Su violencia desinhibida y llena de humor negro que se acrecienta conforme vamos llegando al final de la película.



COMPLIANCE (2012, Craig Zobel)
Esta historia nos lleva al microcosmos de un restaurante de comida rápida donde tiene lugar una insólita situación: la encargada recibe una llamada telefónica de la policía advirtiéndole de que una de sus empleadas ha cometido un robo, y le pide retenerla allí hasta que las fuerzas del orden lleguen al local. Desde esta premisa uno aún no alcanza a imaginar hasta dónde se atreve a llegar la película, y conveniente es esa precisión en letras enormes que ocupan la pantalla al principio del metraje donde se nos indica que “está basada en hechos reales”. Estupenda interpretación de la actriz principal.



THE CABIN IN THE WOODS (2011, Drew Goddard)
Para cualquiera que adore la saga de Sam Raimi “Evil Dead”, esta película es una joya. La aproximación que hacen Joss Whedon y Drew Goddard a la típica historia de la cabaña en el bosque a la que acuden unos jóvenes dispuestos a pasarlo bien (y que, como todos sabemos, terminarán pasándolo francamente mal para divertimento y delicia de todos los espectadores) juega a dar varias nuevas vueltas de tuerca que desvelar aquí sería un auténtico crimen. Decir que es una gozada, un peliculón con multitud de guiños cinéfilos  (uno, particularmente sorprendente pero a la vez lleno de sentido, es la referencia evidente a la obra maestra de Michael Haneke “Funny Games”), un espectáculo para disfrutar en pantalla grande, en un cine repleto de gente con devoción por el género. Una obra, en definitiva, para contemplar con una amplia sonrisa y que, además, contiene uno de los cameos más apoteósicos y espectaculares de la historia del cine… y que más vale desconocer para que no se estropee la fiesta que Whedon y Goddard cocinan con cariño y talento hacia el cine de este género.



ROBOT & FRANK (2012, Jack Schreier)
Deliciosa película que se desarrolla en un futuro cercano y que nos muestra la relación entre un anciano frágil de memoria, antiguo ladrón de guante blanco (magnífico y entrañable Frank Langella), y el robot encargado de aliviar su soledad y ayudarle en el día a día. Divertida y recomendable, con Susan Sarandon en un breve papel secundario.



SAFETY NOT GUARANTEED (2012, Colin Trevorrow)
Una de las películas más atractivas desde su concepto inicial: un anuncio en el periódico solicita un acompañante para viajar en el tiempo y, como ya se anuncia desde el mismo título, la seguridad no está garantizada. Esta excusa de dimensión temporal nos lleva a conocer a adultos que no desean abandonar la juventud y jóvenes que aún no conocen su lugar en el mundo, todo contado de manera certera y amable, haciendo que el humor respire con naturalidad a lo largo de una de las mejores películas que se han proyectado este año en el festival: por su planteamiento, eficacia, sencillez y un antológico final que arrancó aplausos en las sesiones donde se exhibió.



THE TALL MAN (2012, Pascal Laugier)
Obra maestra. Pues sí. Aunque sólo sea por el irreverente y subversivo mensaje que anida en la película y que atenta contra la una de las sagradas instituciones de la sociedad contemporánea (la familia, que diría don Vito Corleone); aunque sólo sea por ofrecernos la que es, sin duda, la mejor interpretación de Jessica Biel hasta el momento, que aquí demuestra y confirma ser una magnífica actriz; y aunque sólo sea por venerar la obra de Pascal Laugier, autor de la magistral Martyrs (no estrenada ni editada en DVD por estos lares, por cierto), aquí en un registro muy alejado, del que quizás algunos puedan acusarle de haberse plegado a un cine más estándar y comercial, pero donde demuestra todo el talento cinematográfico que atesora en, por ejemplo, ese estupendo arranque de la película, donde el personaje de Jessica Biel intenta hacer que regrese a la vida un recién nacido que parece muerto, todo contemplado por el espectador a través de un poético travelling hacia el cristal de la puerta donde distinguimos borrosa la silueta de ella. Oscura y potente película.



GRABBERS (2012, Jon Wright)
Magnífica. Contiene ese añorado tono lúdico que nos remite a la mágica década de los 80, por su inteligente mezcla de humor y terror con bichos.



WRONG (2012, Quentin Dupieux)
Desconcertante. Inteligente. Original. Social. Crítica. Absurda. Imprescindible. Magistral.



ANTIVIRAL (2012, Brandon Cronenberg)
No hace falta hacer una prueba de ADN: Brandon Cronenberg tiene las mismas taras y es igual de enfermizo que su padre, David Cronenberg. Esto queda bien demostrado a lo largo de Antiviral, su primera película, que, con ritmo pausado, sigue las obsesiones de una sociedad futura no demasiado alejada del momento que nos ocupa.

©José Luis Ordóñez (texto), octubre 2012



jueves, 4 de octubre de 2012

LO MACABRO DEL AMOR en SITGES 2012




Hoy arranca la edición número 45 del Festival Internacional de Cinema de Catalunya: SITGES 2012, y estamos seguros de que, nuevamente, vendrá cargada de magníficas películas de género. Este año, además, tendré ocasión de presentar allí “Lo macabro del amor”, la novela de terror que he publicado este año, y lo haré acompañado por el escritor Juan de Dios Garduño, autor de la magnífica “Y pese a todo…”, una obra que descubrí hace algo más de un año y que recomiendo fervientemente. La cita será el próximo jueves, 11 de octubre, a las 19.00 horas, dentro del Espacio FNAC (frente al Auditori). 




Y es por ello que me ha parecido buena idea traer aquí un extenso fragmento del prólogo que Juan Varo Zafra escribió la para la segunda edición de “Lo macabro del amor”, donde describe con precisión muchos aspectos del libro que, sin duda, serán interesantes para aquellos que ya lo hayan leído, pero también para los que aún no hayan tenido ocasión de hacerlo, con la seguridad de estas palabras que vienen a continuación despertarán su curiosidad y harán que, en el futuro, decidan adentrarse en las páginas que llevan a Castell de Ferro, ese pueblo de la costa de Granada donde seremos testigos de la génesis de un nuevo fin del mundo (temática, por cierto, de la presente edición del Festival).

(del prólogo de Juan Varo Zafra)

(…) Ahora aparece en Ediciones Hades la novela Lo macabro del amor. Y la primera cuestión que interesa comentar es, precisamente, el género de la obra. En principio, podría considerarse una recopilación de tres relatos o, incluso, de una novela breve y dos cuentos de desigual extensión: “Medusas”, en una sección titulado “Lo macabro”; “El color del mar no era azul”, en otra parte titulada “Del amor”; y “El último hombre vivo en Sevilla” que cierra el volumen a modo de epílogo. No obstante, Ordóñez advierte de la vinculación de los dos primeros textos, afirmando que se trata de “partes” de un todo, y no, como pudiera parecer, de narraciones independientes. Así, dice, constituyen “un ‘binomio contradictorio pero (…) enriquecedor y satisfactorio para el lector”.



 En efecto, a simple vista, ambos episodios comparten uno de los personajes, así como algunos elementos temáticos y paisajísticos. Pero el conjunto que forman los relatos de Lo macabro del amor ofrece también, como el propio autor sugiere, una consonancia más amplia que la revelada por estas concurrencias anteriormente anotadas. El título de la obra, formado por la unión de los dos sintagmas que dan nombre a las dos partes, Lo macabro del amor, apunta a la verdadera unidad del libro: la reflexión sobre el amor entendido como locura, desesperación y dolor que aboca al crimen de forma inapelable. De este modo, puede decirse que “Lo macabro: Medusas” es sustancialmente distinto que “Medusas”, relato, o más bien novela breve, original e independiente que obtuvo un accésit en el XIV Certamen Literario Universidad de Sevilla; del mismo modo que “Del amor: El color del mar no era azul” es también un texto de sentido diferente que “El color del mar no era azul”. Aunque también, por supuesto, es posible señalar algunas diferencias formales entre ambos episodios. La decisión de fundir en una obra unitaria dos relatos en origen independientes ya ha sido ensayada anteriormente en diversas ocasiones: recordemos el caso, por ejemplo, de William Faulkner, quien en 1939 publica Las palmeras salvajes, novela en la que alterna dos tramas bien distintas, que, sin embargo, al yuxtaponerse crean misteriosas afinidades y correspondencias en la recepción lectora.






En mi opinión, “Lo macabro: Medusas” es una obra más pensada para el espectador que para el lector. Sus secciones parecen corresponder más a una estructura en secuencias que en capítulos. Del mismo modo, sus fuentes están más en el cine que en la literatura. El autor combina con pericia materiales procedentes de diversos subgéneros del Fantástico y los acrisola en un relato febril, morboso y crispado que sorprende por la vivacidad de los diálogos, la creación de diversas tramas que poco a poco van fundiéndose en una sola, la recreación del paisaje costero granadino y, sobre todo, el desparpajo en la creación de una realidad textual que sabe prescindir de la retórica de la verosimilitud para presentar un universo distinto, regido por las leyes implacables de la crueldad y la fortuna ciega. El primer capítulo de “Medusas” y la abrupta resolución de las distintas líneas narrativas remiten al slasher de los años ochenta. Algunos pasajes del tramo final incurren en el gore tortuoso de films como Saw o Hostel. Hay, además, referencias a Los pájaros de Alfred Hitchcock y una divertida broma sobre Michael Haneke, el director de películas como La pianista, La cinta blanca y Funny games, esta última más próxima al clima de la novela. Incluso el autor ironiza posmodernamente sobre esta dimensión cinematográfica de su obra cuando hace decir a uno de los personajes “Si esto fuera una película con dinero…”, en una reflexión metaliteraria en la que concluye: “La creación es la trama”.


Pero quizá lo que más interesante me resulta de “Medusas” es su carácter solar, casi panteísta, y su medida mezcla de lo fantástico con lo erótico. En efecto, Ordóñez construye un espacio meridiano, de calor asfixiante y pasiones desencajadas que contribuyen a presentar un extraño thriller fantástico en el que conviven el asesinato, la investigación detectivesca, la denuncia ecológica, y el mito clásico en la aparición de una particular sirena depredadora. Y todo ello en un universo de pasiones desatadas: los celos, la melancolía, la envidia, el remordimiento, la codicia, que constituyen una suerte de alegoría negra sobre la condición humana y su destino. Hay pasajes extraordinarios, como el capítulo XVI, que podría funcionar como un relato autónomo potenciando esa capacidad de sugerencia que resulta esencial en el género. El lector está invitado a hacer la prueba: comenzar a leer la novela por este capítulo y, concluido, seguir el orden dispuesto por el autor.



“Del amor: El color del mar no era azul”, segunda parte de la novela, obedece, sin embargo, a un planteamiento más ortodoxamente literario. Si en “Medusas” el espacio se fragmentaba para dar lugar a las distintas tramas del relato; en “El color del mar no era azul”, el autor fragmenta el tiempo, y se apoya en la solidez de los diálogos para elaborar una historia de amor y degradación, o, mejor dicho, de degradación amorosa, que comparte con la primera parte la sordidez, el pesimismo sobre la condición humana y, en particular, las relaciones amorosas, así como la violencia y el sadismo, si bien de forma más contenida. Ordóñez narra la historia de una pareja desde el recuerdo del protagonista, Jacobo Lausberg, en dos momentos: la presumible vejez, y una misteriosa presencia en una playa, en un impreciso momento de su vida, cuando su amor ya se ha roto para siempre. En torno a estos dos ejes, vemos circular la atormentada historia de Jacobo y Ariadna: su enamoramiento, felicidad, crisis, ruptura, y, finalmente, la degradación personal, el descubrimiento de un horror indescriptible y, sobre todo, incomprensible. Se trata de un excelente relato, poseedor de una atmósfera malsana, por momentos irrespirable, que sabe conjugar sabiamente lo que se dice con lo que se insinúa; y con lo que, sobre todo, se deja en el aire, provocando la incertidumbre del lector, que no encuentra, en ningún momento, un terreno firme en el que sostenerse. Al final, Ariadna —y volvemos del nuevo al mito— es la mujer, el minotauro y el laberinto sin salida del protagonista. Ella es, desde luego, el personaje más complejo y cautivador de la novela: lo poco que se sabe de Ariadna desconcierta y aviva el deseo de saber más, de intentar comprender. Sabiamente, el autor nos escamotea las explicaciones, evitando la tentación de contar demasiado, tan peligrosa en el género. Porque “Del amor: El color del mar no era azul” pertenece a otra modalidad del fantástico: la que atiende al misterio irresoluble de los comportamientos humanos, a lo siniestro que se revela en las personas próximas, y, también, a los mecanismos del olvido (Jacobo va a la playa a enterrar un recuerdo) y del desamor. Se trata, verdaderamente, de un relato extraordinario.


El epílogo es un homenaje a Richard Matheson y a su novela más conocida, Soy leyenda, llevada al cine en varias ocasiones, e inspiradora del cine de zombies de tanto auge en la actualidad. El título del relato se debe, posiblemente, al título español de Omega man, dirigida por Boris Sagal, e interpretada por Charlton Heston en 1971; aunque también hubo una versión previa, italiana, con Vincent Price y mismo título, L’ultimo uomo della Terra, dirigida por Ubaldo Ragona y Sydney Salkow en 1964. La narración parece ajena a la propuesta en las dos partes precedentes. Pero, en todo caso, es fácil entrever que es éste el futuro que les aguarda a los protagonistas de estos relatos. El tiempo entre medias no importa, en una atrevida elipsis que debe aportar el lector para ver, también, la última vuelta de tuerca de esta historia en su exploración de los límites del amor y el dolor.

Juan Varo Zafra
Universidad de Granada